viernes, 28 de agosto de 2015

Invisible

Invisible



Un clima tormentoso y un cuarto lúgubre, el ambiente perfecto para un suicidio. Tonatiuh estaba en su silla de ruedas y enfrente, una pistola en la mesa. La duda. Su alma se desdobla y puede verse a sí mismo, el tiempo se congela, una figura surge atrás de su cuerpo y posa su mano sobre su hombro, una figura elegante, obscura y femenina:

- ¿Y tú quién eres? - pregunta Tonatiuh

Una pausa enorme, el aire silba, está por llover

- ¿Quién...eres?
- Soy Miccíhuatl, la que es visible sólo para los que quieren, o están a punto de morir.
- ¿Y que demonios quieres?
- Estoy aquí para convencerte de que te mates y luego conducir tu alma a Mictán.
- ¿Así no' más?
- Sí, así nada más
- ¿No te interesa saber por qué me quiero matar?
- No
- ¿Qué no entiendes? He sufrido toda mi vida, desde pequeño enfermo yen la pobreza. Ahora estoy sólo y me corrieron del trabajo. No tengo amigos, ni razón para vivir. Soy el más miserable de los miserables.

Otra pausa eterna, Miccíhuatl lo mira con indiferencia.

Y le dice - Imagina el principio de los tiempos, cuando el hombre hacía la guerra, hace miles de años, y los Dioses se mantenían vigilantes, y dos hermanos encarnaron en humanos, construyeron una cueva bajo una fosa común, lugar imposible de ver por Chimalma, y, entre tierra, vísceras, gusanos y huesos, copularon dando rienda suelta a su lujuria, y por miedo, no salieron nunca hasta que nací y que mis primeros juguetes fueron restos humanos,  y que la fetidez, humedad y suciedad, llenaban cada rincón de nuestras vidas.

Imagina que al salir fuimos descubiertos por Chimalma, la Diosa de Dioses, mis padres fueron desencarnados, dejando el bagazo de sus cuerpos atrás, mientras que yo, permanecí humana, como una semidios.

- Yo, la Diosa Madre Chimalma, condeno a Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, por el pecado de la encarnación, incesto y procreación, a reinar en las sombras y por una eternidad en el inframundo Mictlán, y también condeno al fruto de esta ominosa relación a su hija Miccíhuatl, a vagar por el mundo de los vivos, deambular paciente y diligentemente en la espera de su muerte, llegado el tiempo, posará su mano sobre el corazón, y tomará su alma, para luego conducirlos hacia el inframundo.

Imagina una condena para la eternidad, alejados de la luz de los reinos de los Dioses, imagina vagar por el mundo, siendo testigo de lo peor de la vida humana: esperando el desenlace de un asesinato, arrebatar el alma de un no nacidos, quitar la vida a bebés y niños, que se resisten a morir, y ver el sufrimiento de los que quedan, condenada a permanecer al lado del alma, hasta que se encuentre lista para partir, y por mientras, sufrimiento, funerales y tumbas.

Y peor, imagina tener que estar presente y ver lo peor de los que el humano es capaz, tan sólo para esperar su desenlace: asesinatos, tortura, violaciones, imagínate ver todo esto por toda la eternidad, y verlo cuando eres en parte humana, cuando no tienes el privilegio de voltear a otro lado, y tienes que estar presente, antes, durante y después de la muerte.

¿Lo puedes imaginar o concebir?

Imagina una cantidad indescriptible de almas que se resisten lloran y forcejean por no ser llevadas, y algunos quedan deambulando por la Tierra, sin saber que hacer y recorriendo lugares familiares, pero sin sentido, como en un sueño, o una pesadilla. Ocasionalmente regreso e intento persuadirlos, pero muchos permanecen para siempre.

- ¿Cuánto tiempo llevas condenada? - pregunta Tonatiuh
- Eso no importa
- ¿Qué es lo que importa?
- Que te mates y conducir tu alma adecuadamente

Tonatiuh se suelta en llanto, como un niño. Sus manos tiemblan, su cuerpo se estremece.

- Puedes descansar en el momento que quieras
- Es que...tengo miedo ¿a dónde iremos?
- Mictlán es el reino de los muertos
- ¿El infierno? ¿Dicen que los que se suicidan se van al infierno?
- No hay Cielo ni Infierno, sólo Mictlán, cada alma lleva sus propias cargas, pecados y culpas, tu purificación, y por tanto, tu sufrimiento, dependerá de ti.

Tonatiuh toma la pistola, la levanta hacia su sien y duda.

- ¿Quieres que te ayude?
- Sí, por favor - dice entre sollozos.

Miccíhuatl toma su mano y jala su dedo que jala el gatillo. El cuerpo sucumbe y una nube rojiza cubre el cuarto, gotitas de sangre quedan rociadas en la pared. Ahora su alma se siente aliviada, libre, sin pesos, sin enfermedades, sin silla de ruedas.

- La muerte se siente como un dulce ¿no es así?
- Me siento mejor, creo que ya estoy listo

Miccíhuatl lo toma de la mano y, repentinamente, el cuarto se convierte en un kaleidoscopio de figuras que se abren y doblan, hasta que desaparece y luego...el aroma y color del cempasúchil, la pintura de Mictlán.

Mictecacíhuatl los recibe con los brazos abiertos