por Treznor el Orate
7:30 am
En
este hospital, no hago más que pensar y pensar. La podredumbre, lo sucio, lo
sádico, lo psiquiátrico me rodea. Esquizofrenia paranoide: necedades del
hombre. Ideas que se establecen para catalogar a los hombre en un afán de darle
orden a la realidad... Y
entre más pienso, más me convenzo. Quimeras que revolotean como buitres
alrededor de la mortandad y que picotean sólo lo podrido. ¿Qué es esto que me
dices monstruo Naturaleza? ¿Las plegarias a favor del hombre?
¿Por
qué yo, Naturaleza, tengo que ser el portavoz de semejantes ideas? ¿No hay
acaso espíritu de suficiente libertad? Y qué es la libertad sino la locura
disfrazada de socialismo, y que es la locura sino la libertad antisocial.
Porque la libertad procura la innovación y la diferencia. Y porque
el conformismo convierte en crimen o locura lo que es natural del innovador. Y
eso es lo que soy: un innovador.
Por
eso me encerraron: el humano no tiene remedio.
El
hospital tiene forma cerrada con un patio central. En las partes generales, la
luz entra por unos grandes ventanales que están en lo alto de las paredes. Las
paredes son de color blanco, pero están en su mayoría manchadas de diversas
substancias como sangre y excremento. Hay unas camas de metal en las que
duermen los locos más pasivos, y los más destructivos duermen en el suelo
amarrados a unos anillos de metal que están incrustados en el suelo. El olor es
bastante fuerte: una combinación de sudor y excreciones. Los ruidos no cesan:
alaridos, gritos, murmullos y pláticas. A los locos se los viste con batas
azules y abiertas de atrás, como las de los hospitales. En la zona general se
encuentran la mayor parte de los enfermos formando una multitud abigarrada de
edades. A las mujeres se las tiene en la parte general de la parte sur del
edificio. En la patio central del edificio sólo hay una fuente derruida. A
veces, se saca a los enfermos a
bañarse y tomar el sol al patio. Cuando esto sucede, se
alocan corriendo de allá para acá, felices de la libertad. A los
enfermos más peligrosos o no sociables los tienen confinados en unas celdas de
tres por tres metros de base que se encuentran en la parte norte, a un lado de
las zonas generales. Los cuartuchos no tienen nada más que un contenedor con un
desagüe, para que los celadores limpien de vez en cuando los excrementos y el
orín del piso. La puerta tiene una ventanita por la que se puede vigilar al
enfermo y en lo alto de la pared opuesta hay otra que da a la calle. Por esta razón,
el cuarto se ilumina de un modo vaporoso y el ambiente dentro de las celdas es
húmedo y sofocante.
La
Naturaleza se vierte sobre el hombre y le otorga la existencia. Existencia
que no se limita, sino que se expande por medio de la fuerza y la violencia. El hombre
se procura la felicidad en su existencia. Pero en este caminar se pierde.
Pierde el rumbo porque es un niño anterior al verdadero hombre. 'El hombre es
un ser tendido entre el animal y el super hombre'.
¡La
vida debiera ser felicidad eterna, orgasmo divino, éxtasis espiritual! Pero el
hombre religioso se empeña es desdeñar lo tangible, para aceptar promesas de un
mundo falso e incognoscible, un mundo superfluo y metafísico. Qué hacen ustedes
filósofos infantiles intentando darle lógica a lo alógico. Les tenemos
confianza fanática a nuestras categorías lógicas y no hacemos más que perdernos
en una selva de espinas que nos acosa constantemente en nuestra esencia y
nuestros principios. ¡Salga usted del prejuicio! ¡Libérese!
Yo
Treznor, líder de la Naturaleza, acaparador del sensualismo, usurpador de la
Tierra, emancipador de lo celeste, cuatrero de lo urbano, enamorador de las
perversiones, asesino de los dioses, profeta de los opresores, acuciador de las
libertades, yo aventurero racional que se atreve a negar nuestras fantasías y a trastornar los sistemas
filosóficos, yo le digo a usted que se libere, que se corrompa, que se
pervierta, que le de culto a la vida y que se procure la felicidad, yo le digo
que no se humille, no se doblegue ante nadie, que luche por su existencia, que
luche por su existencia porque es lo más preciado que tiene, lo más preciado y
lo más seguro. ¡Yo le exijo al hombre que descuartice sus prejuicios y de
rienda suelta a su vida!
Una
vez, revisé en detalle la puerta y tenía
unas marcas. Pero no eran nada más marcas, sino dibujos completos, imágenes y
visiones. La contorsión de un detalle se asemeja a un árbol. Arbol de la vida. Programa de
Pedro Domecq. Símbolos de los trastornos a la personalidad. El
tronco como retorcimiento, indicación de una actitud rebuscada semejante a la
de los artistas. Van Gogh, ¿qué no le dolió lo de la oreja? Bastante
impresionante su expresionismo, una especie de Heavy Metal del color. Estaba de
moda Richard Strauss, Mahler, Debussy. El romanticismo en decadencia. El color
violento. Placas de impresión sobre un lienzo untado de sangre de prostituta y
otorrinolaringólogo. Impresiones de la vida que no cesa de latir y que explota
después de un vertigo esquizofrénico. Las hojas como nubes: dispersas y
arreboladas: ¿inseguridad en el futuro? ¿imaginación? ¿falta de contacto con el
símbolo de lo celeste? El tronco muy sólido y las hojas muy dispersas.
¿Pasional? ¿arraigado a los instintos? ¿sin proyectos en la vida? Manchas en el
tronco: violencia, negación y depresiones. Raíces sólidas. Sombreado del lado
maternal. El agua y la
tierra. Semen y vagina. Depositar la semilla de la vida sobre
la tierra. Era
una vez una planta que se hizo árbol y pretendió crecer hacia lo celeste y fue
cortado de tajo. ¿Cuando fue la última vez que me subí a un árbol? ¿Te acuerdas
cuando te caíste y tus nalgas se lastimaron con aquel cadillo infame que
Satanás puso mal intencionadamente debajo de ti? ¿Te acuerdas de aquella casita
en el árbol de la casa de tu abuela? Recuerdo los colores de una tarde en el
desierto. Una presa y patos. El olor a manzanilla y hierba húmeda, tierra seca y polvo.
¿Cuándo se acabarán esas palomas? Camuflaje. Cacería. Maté trece palomas en un
día: gran record. Las ramas contorsionadas: símbolo de qué. Símbolos fálicos,
las puntas, las dagas. La fantasía de violación. Sadomasoquismo. La pintura
verde con negro que se asemeja a un cadillo gigante, con figuras demoniacas y
perversas, se basa en la bruja de La Bella Durmiente, ¿la recuerdan? El príncipe
nórdico, estereotipo imperial de lo bello. ¿No se dan cuenta que lo mestizo los
está dominando? ¿Por qué se broncean entonces? La mujer estereotípica sexual
tiene más senos y nalgas que la aria tradicional; de hecho, su cuerpo es el de
una negra, con la cara de una aria y el color de una mestiza o criolla.
El
placer es el motor de la vida y lo desdeñamos en un afán de cumplir los
'mandatos divinos'. Qué clase de Dios es éste que nos otorga un conducto
universal de movimiento para luego arrebatárnoslo. Este es un Dios inventado y
no es el verdadero. Dios no puede contradecirse. El hombre debe ser extensión
de la naturaleza.
Pero
que terrible problema es entender nuestra sexualidad como divinamente
concedida. Vivimos en un mundo de hipocresía donde el hombre se esfuerza por
satisfacer su necesidad sexual y se esfuerza por cumplir mandatos religiosos
que subyugan estas tendencias.. Naturalmente opuestos, los mandatos religiosos
hacia la sexualidad son producto distorsionados de la cultura, consecuencia de
un afán de pulcritud, de complejos no resueltos y de condicionamiento
tergiversado.
El
deseo sexual intenso no es más que la expresión más grandiosa de Dios, del
eterno movimiento, de nuestra voluntad de vivir, de nuestro libido. ¿Por qué el
hombre se empeña en dar mil vueltas de sufrimiento y neurosis para satisfacer
sexualidad?
Adán
y Eva como reflejos de nuestros complejos. El fruto es el símbolo de sexo
femenino. Comer del fruto significa cohabitar. Siempre que existe un disfraz o
rebuscamiento, existe un complejo. De modo que la representación metafórica o
poética es el resultado de un rechazo a la sexualidad, donde el Dios Padre es
el símbolo de la figura paternal rígida y castigadora.
Yo
soy el grito desesperado, apología del sexo y liberación del hombre. ¿Cuál es
el camino correcto?, ¿qué debemos hacer? Debemos cumplir los mandatos del señor
Naturaleza. ¿Que no ven que me acosa y que me hiere y que me succiona hasta
convertirme en un bagazo sin sentido para existir? Mi deber es revelarles la
verdad, si no, perezco. Su deber es cumplir con mi verdad. La Naturaleza es un
monstruo y el hombre que no se conduzca según sus mandatos perecerá. Pero antes
que ese hombre, me extinguiré yo, sólo si no los convenzo, si no los saco de su
error.
Ya no
me tortures, sé que hay muchos más prejuicios que corregir y yo no puedo más
que hablar y hablar y hablar. Hablar hasta que mi garganta quede seca y mi voz
quede vacía y hasta que los doctores y celadores queden desquiciados por
completo, hasta que convenza a mis compañeros de cuarto: ese que se cree
Hitler, ese otro que se cree Nietzsche y aquel que es o se cree (no lo sé)
Treznor el dios de la Naturaleza, el portavoz de la verdad y segundo Filósofo.
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