domingo, 8 de junio de 2014

Mini cuento: "El Hospital", serie Treznor

El Hospital
por Treznor el Orate



7:30 am

En este hospital, no hago más que pensar y pensar. La podredumbre, lo sucio, lo sádico, lo psiquiátrico me rodea. Esquizofrenia paranoide: necedades del hombre. Ideas que se establecen para catalogar a los hombre en un afán de darle orden a la realidad... Y entre más pienso, más me convenzo. Quimeras que revolotean como buitres alrededor de la mortandad y que picotean sólo lo podrido. ¿Qué es esto que me dices monstruo Naturaleza? ¿Las plegarias a favor del hombre?

¿Por qué yo, Naturaleza, tengo que ser el portavoz de semejantes ideas? ¿No hay acaso espíritu de suficiente libertad? Y qué es la libertad sino la locura disfrazada de socialismo, y que es la locura sino la libertad antisocial. Porque la libertad procura la innovación y la diferencia. Y porque el conformismo convierte en crimen o locura lo que es natural del innovador. Y eso es lo que soy: un innovador. 

Por eso me encerraron: el humano no tiene remedio.

El hospital tiene forma cerrada con un patio central. En las partes generales, la luz entra por unos grandes ventanales que están en lo alto de las paredes. Las paredes son de color blanco, pero están en su mayoría manchadas de diversas substancias como sangre y excremento. Hay unas camas de metal en las que duermen los locos más pasivos, y los más destructivos duermen en el suelo amarrados a unos anillos de metal que están incrustados en el suelo. El olor es bastante fuerte: una combinación de sudor y excreciones. Los ruidos no cesan: alaridos, gritos, murmullos y pláticas. A los locos se los viste con batas azules y abiertas de atrás, como las de los hospitales. En la zona general se encuentran la mayor parte de los enfermos formando una multitud abigarrada de edades. A las mujeres se las tiene en la parte general de la parte sur del edificio. En la patio central del edificio sólo hay una fuente derruida. A veces, se saca a los enfermos a bañarse y tomar el sol al patio. Cuando esto sucede, se alocan corriendo de allá para acá, felices de la libertad. A los enfermos más peligrosos o no sociables los tienen confinados en unas celdas de tres por tres metros de base que se encuentran en la parte norte, a un lado de las zonas generales. Los cuartuchos no tienen nada más que un contenedor con un desagüe, para que los celadores limpien de vez en cuando los excrementos y el orín del piso. La puerta tiene una ventanita por la que se puede vigilar al enfermo y en lo alto de la pared opuesta hay otra que da a la calle. Por esta razón, el cuarto se ilumina de un modo vaporoso y el ambiente dentro de las celdas es húmedo y sofocante. 

La Naturaleza se vierte sobre el hombre y le otorga la existencia. Existencia que no se limita, sino que se expande por medio de la fuerza y la violencia. El hombre se procura la felicidad en su existencia. Pero en este caminar se pierde. Pierde el rumbo porque es un niño anterior al verdadero hombre. 'El hombre es un ser tendido entre el animal y el super hombre'.

¡La vida debiera ser felicidad eterna, orgasmo divino, éxtasis espiritual! Pero el hombre religioso se empeña es desdeñar lo tangible, para aceptar promesas de un mundo falso e incognoscible, un mundo superfluo y metafísico. Qué hacen ustedes filósofos infantiles intentando darle lógica a lo alógico. Les tenemos confianza fanática a nuestras categorías lógicas y no hacemos más que perdernos en una selva de espinas que nos acosa constantemente en nuestra esencia y nuestros principios. ¡Salga usted del prejuicio! ¡Libérese!

Yo Treznor, líder de la Naturaleza, acaparador del sensualismo, usurpador de la Tierra, emancipador de lo celeste, cuatrero de lo urbano, enamorador de las perversiones, asesino de los dioses, profeta de los opresores, acuciador de las libertades, yo aventurero racional que se atreve a negar nuestras fantasías y a trastornar los sistemas filosóficos, yo le digo a usted que se libere, que se corrompa, que se pervierta, que le de culto a la vida y que se procure la felicidad, yo le digo que no se humille, no se doblegue ante nadie, que luche por su existencia, que luche por su existencia porque es lo más preciado que tiene, lo más preciado y lo más seguro. ¡Yo le exijo al hombre que descuartice sus prejuicios y de rienda suelta a su vida!

Una vez, revisé  en detalle la puerta y tenía unas marcas. Pero no eran nada más marcas, sino dibujos completos, imágenes y visiones. La contorsión de un detalle se asemeja a un árbol. Arbol de la vida. Programa de Pedro Domecq. Símbolos de los trastornos a la personalidad. El tronco como retorcimiento, indicación de una actitud rebuscada semejante a la de los artistas. Van Gogh, ¿qué no le dolió lo de la oreja? Bastante impresionante su expresionismo, una especie de Heavy Metal del color. Estaba de moda Richard Strauss, Mahler, Debussy. El romanticismo en decadencia. El color violento. Placas de impresión sobre un lienzo untado de sangre de prostituta y otorrinolaringólogo. Impresiones de la vida que no cesa de latir y que explota después de un vertigo esquizofrénico. Las hojas como nubes: dispersas y arreboladas: ¿inseguridad en el futuro? ¿imaginación? ¿falta de contacto con el símbolo de lo celeste? El tronco muy sólido y las hojas muy dispersas. ¿Pasional? ¿arraigado a los instintos? ¿sin proyectos en la vida? Manchas en el tronco: violencia, negación y depresiones. Raíces sólidas. Sombreado del lado maternal. El agua y la tierra. Semen y vagina. Depositar la semilla de la vida sobre la tierra. Era una vez una planta que se hizo árbol y pretendió crecer hacia lo celeste y fue cortado de tajo. ¿Cuando fue la última vez que me subí a un árbol? ¿Te acuerdas cuando te caíste y tus nalgas se lastimaron con aquel cadillo infame que Satanás puso mal intencionadamente debajo de ti? ¿Te acuerdas de aquella casita en el árbol de la casa de tu abuela? Recuerdo los colores de una tarde en el desierto. Una presa y patos. El olor a manzanilla y hierba húmeda, tierra seca y polvo. ¿Cuándo se acabarán esas palomas? Camuflaje. Cacería. Maté trece palomas en un día: gran record. Las ramas contorsionadas: símbolo de qué. Símbolos fálicos, las puntas, las dagas. La fantasía de violación. Sadomasoquismo. La pintura verde con negro que se asemeja a un cadillo gigante, con figuras demoniacas y perversas, se basa en la bruja de La Bella Durmiente, ¿la recuerdan? El príncipe nórdico, estereotipo imperial de lo bello. ¿No se dan cuenta que lo mestizo los está dominando? ¿Por qué se broncean entonces? La mujer estereotípica sexual tiene más senos y nalgas que la aria tradicional; de hecho, su cuerpo es el de una negra, con la cara de una aria y el color de una mestiza o criolla. 

El placer es el motor de la vida y lo desdeñamos en un afán de cumplir los 'mandatos divinos'. Qué clase de Dios es éste que nos otorga un conducto universal de movimiento para luego arrebatárnoslo. Este es un Dios inventado y no es el verdadero. Dios no puede contradecirse. El hombre debe ser extensión de la naturaleza. 

Pero que terrible problema es entender nuestra sexualidad como divinamente concedida. Vivimos en un mundo de hipocresía donde el hombre se esfuerza por satisfacer su necesidad sexual y se esfuerza por cumplir mandatos religiosos que subyugan estas tendencias.. Naturalmente opuestos, los mandatos religiosos hacia la sexualidad son producto distorsionados de la cultura, consecuencia de un afán de pulcritud, de complejos no resueltos y de condicionamiento tergiversado.

El deseo sexual intenso no es más que la expresión más grandiosa de Dios, del eterno movimiento, de nuestra voluntad de vivir, de nuestro libido. ¿Por qué el hombre se empeña en dar mil vueltas de sufrimiento y neurosis para satisfacer sexualidad?

Adán y Eva como reflejos de nuestros complejos. El fruto es el símbolo de sexo femenino. Comer del fruto significa cohabitar. Siempre que existe un disfraz o rebuscamiento, existe un complejo. De modo que la representación metafórica o poética es el resultado de un rechazo a la sexualidad, donde el Dios Padre es el símbolo de la figura paternal rígida y castigadora. 

Yo soy el grito desesperado, apología del sexo y liberación del hombre. ¿Cuál es el camino correcto?, ¿qué debemos hacer? Debemos cumplir los mandatos del señor Naturaleza. ¿Que no ven que me acosa y que me hiere y que me succiona hasta convertirme en un bagazo sin sentido para existir? Mi deber es revelarles la verdad, si no, perezco. Su deber es cumplir con mi verdad. La Naturaleza es un monstruo y el hombre que no se conduzca según sus mandatos perecerá. Pero antes que ese hombre, me extinguiré yo, sólo si no los convenzo, si no los saco de su error.

Ya no me tortures, sé que hay muchos más prejuicios que corregir y yo no puedo más que hablar y hablar y hablar. Hablar hasta que mi garganta quede seca y mi voz quede vacía y hasta que los doctores y celadores queden desquiciados por completo, hasta que convenza a mis compañeros de cuarto: ese que se cree Hitler, ese otro que se cree Nietzsche y aquel que es o se cree (no lo sé) Treznor el dios de la Naturaleza, el portavoz de la verdad y segundo Filósofo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario